Por Bernardo Sánchez Bataller
La medida comunicada por Horacio Rodríguez Larreta, en Ciudad de Buenos Aires, trascendió a las distintas provincias argentinas y generó debate en los claustros docentes. Aquí compartimos la mirada de algunos profesores sanjuaninos.
El 9 de junio, desde el gobierno porteño se anunció que “En el ejercicio de sus funciones, los/as docentes deberán desarrollar las actividades de enseñanza y realizar las comunicaciones institucionales de conformidad con las reglas del idioma español, sus normas gramaticales y los lineamientos oficiales para su enseñanza”. Esta normativa ubicó nuevamente bajo la lupa del análisis y el debate el uso de lenguaje inclusivo. Para ello, desde Dossier San Juan se consultó la opinión de cuatro educadores de la provincia.
Mariela Echegaray, docente de comunicación, manifestó estar de acuerdo con la medida impulsada por Horacio Rodríguez Larreta. Mariela considera que, en materia educativa, hay otras prioridades a discutir con respecto a inclusión. Una de ellas es el abordaje pedagógico de alumnos incluidos (que muchas veces por no disponen de DAI, como consecuencia de un Estado ausente e ineficiente). La docente explicó que estos estudiantes deben ajustarse al estilo de un profesor común, que en la mayoría de los casos, no está preparado. Además, expresó que el ámbito escolar es un espacio reglado, no solo desde lo conductual, sino también desde el lenguaje. “Creo que, aunque cierto sector de la sociedad lo aplique a su vida cotidiana, no significa que la escuela deba asumirlo como tal”, dijo Mariela. La docente completó su argumentación diciendo que la escuela, en su condición de instituida, debe funcionar como contracultura, haciendo respetar la normativa de un lenguaje que sea claro, ordenado y reglado.
Franco Cúnsulo, docente de filosofía, piensa que es imposible regular el lenguaje, porque el lenguaje como tal trasciende a la gramática. Por lo tanto, opina que prohibir/permitir su uso no tiene ningún sentido, ya que las personas mismas en su uso cotidiano son las que determinan la inclinación del curso del lenguaje, y las instituciones lo que pueden y deben hacer es aconsejar, fomentar/desaconsejar o no fomentar el uso de una determinada forma de lenguaje. En cuanto al lenguaje inclusivo propiamente, Franco dijo que le parece urgente que se realicen debates serios. “No se puede seguir argumentando con el fundamento neocolonial de la RAE como última palabra de todo. Quizás esta forma de lenguaje inclusivo como la conocemos hoy no sea «suficiente» o la «adecuada», pero no hay duda de que resulta necesaria una revisión crítica, tanto del uso cotidiano como de la génesis de nuestro lenguaje para que sea posible desmantelar toda la base violenta y patriarcal que ambas perspectivas contienen, paulatinamente”, señaló el docente. Además, manifestó que es cierto que no es posible forzar el uso de ciertas palabras, pero por la misma razón es imposible prohibir que manifestaciones del lenguaje nuevas surjan. “El lenguaje está en constante transformación y ojalá que el camino de esa transformación converja en formas cada vez más capaces de comunicar y relacionar toda la infinitud de posibilidades que implica lo humano”, concluyó Franco.
Germán Olivera, docente de inglés, dijo que para él, antes que nada hace falta tener cierta claridad conceptual cuando se habla de este tema. Explicó que es necesario saber la diferencia entre lenguaje, lengua y habla. Así nos daríamos cuenta de que en realidad deberíamos hablar de «habla no sexista», no de «lenguaje inclusivo». “El lenguaje, como tal, no es inclusivo o exclusivo, sino que es una capacidad humana que se estudia dividiéndola en dos planos: la lengua (o sistema lingüístico) y el habla (el uso que hacemos de ese sistema)”, comentó. Por otro lado, para Germán, los mensajes que recibimos o enviamos están siempre determinados por el contexto o situación del habla de una persona, y es el ser humano mismo el que usa su lengua atendiendo al contexto en el que se desenvuelve. Entonces, la decisión final sobre el uso de la lengua, no depende de una institución (como la RAE) ni de una prohibición por parte de un gobierno. En esta línea, Germán manifestó que somos los usuarios de la lengua los que tenemos dominio sobre el uso que hacemos de ella. Una institución puede propiciar el estudio o el análisis sobre la lengua o el habla, pero nunca prohibir un uso determinado de la misma. En síntesis, el docente señaló que la prohibición o regulación institucional de las formas de hablar de los usuarios no solamente carece de fundamento científico, sino que también atenta contra los derechos lingüísticos de las personas que por alguna razón deciden usar el habla no sexista. “Querer prohibir una forma lingüística o un uso particular de la lengua es como querer censurar al pensamiento mismo, y eso nunca llevó a nada bueno”, resaltó Germán.
Laura Olivares, docente de lengua, comentó que es primordial comenzar analizando el verbo prohibir. “Nunca fue obligatorio el uso de lenguaje inclusivo. Algunas universidades lo han adoptado como una posibilidad, entendiendo que el lenguaje no solo designa la realidad, sino que también la crea”, remarcó. Para ella, lo primero a trabajar es que la prohibición parte de una concepción errada. En segundo lugar, va a contrapelo de las últimas medidas legales, tendiente al reconocimiento de derechos y diversidades. Respecto de una hipotética aplicación de esta misma normativa de prohibición en San Juan, Laura considera que la provincia tiene una fuerte impronta desde la educación confesional y es conservadora. Por lo que, en general, no sería necesaria una prohibición. Por otro lado, hizo énfasis en que esta normativa de prohibición destierra cualquier posibilidad de aplicación de la ESI como un derecho. Laura considera que esta medida es una muestra clara de rechazo hacia algunos movimientos sociales y colectivos que hace tiempo vienen trabajando en visibilizar las diversidades. Vinculó esto con la postura política e ideológica del gobierno de Rodríguez Larreta y manifestó que la educación post pandemia tiene muchos otros aspectos que repensar, antes de centrarse en prohibiciones de este calibre.
