DOSSIER SAN JUAN

Dos policías sanjuaninos fueron echados de la Fuerza por ir a trabajar en estado de ebriedad

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Por Dossier San Juan

Uno fue a cubrir un adicional sin el uniforme y se lo pedía a su compañero de guardia y el otro provocó un choque en cadena en el que tuvo como víctima a un importante comisario local.

Dos hechos desopilantes de funcionarios policiales -que deberían dar el ejemplo ante la sociedad sanjuanina- finalizaron con su expulsión de la Fuerzas Policiales. Ambos se dirigían a su lugar de trabajo en estado de ebriedad. Uno no llegó porque chocó en el camino, el otro llegó pero en condiciones deplorables.

El primer episodio ocurrió en la madrugada del pasado 10 de noviembre de 2019. Fue sobre las 7:40. El agente Enzo Facundo Ríos Grillo circulaba de este a o este por Avenida José Ignacio de la Roza. Al llegar a la intersección con calle Del Bono, en Capital, donde hay un semáforo, no logró frenar el auto y chocó a otro vehículo que estaba adelante y éste, a su vez, impactó a otro rodado que estaba en frente, esperando por el semáforo en verde.

Ese último vehículo era conducido por el comisario inspector Santiago Villalobos, quien en ese entonces era el jefe de la Comisaría 13ª de Rivadavia. De inmediato, llegó personal policial de la Comisaría Cuarta, el que empezó a realizar las diligencias correspondientes.

Todos accedieron a realizar el control de alcoholemia, cuyo resultados arrojaron 0. A excepción del agente Ríos Grillo -adscripto a la Comisaría 17ª de Chimbas-, quien en un primer momento se negó a hacerlo. Sin embargo, luego accedió y le terminó dando 1,06 gramos de alcohol por litro de sangre.

Al efectivo en cuestión le iniciaron el sumario inmediatamente, al mismo tiempo que lo suspendieron preventivamente en el ejercicio de sus funciones hasta tanto se resolviera la cuestión interna. Finalmente, el jefe de la Policía de San Juan, Walter Martínez, decidió echarlo de la Fuerza.

El otro hecho fue en diciembre de 2020. Este verdaderamente tiene ribetes casi cinematográficos y hasta difíciles de creer por la gravedad del episodio. Es que no solamente fue ebrio a trabajar, sino que también sin el arma reglamentaria y sin el uniforme.

Según consta en el Boletín Oficial del 25 de enero, el policía en cuestión era el agente Ángel Maximiliano Riveros, quien debía cumplir servicios en la estación de servicio, ubicada en la intersección de calles Lemos y Dr. Ortega, en Rawson.

Al llegar a la estación de servicio, ya minutos pasados del horario debido, lo hizo con ropa de civil y se le sentía olor a alcohol, según manifestaron otros policías que estuvieron en el lugar. En principio, le exigió al efectivo que le antecedía en la guardia que le prestara el uniforme y el arma reglamentaria hasta tanto un pariente le trajera sus elementos de trabajo.

Sin embargo, el efectivo que debía retirarse no cedió y, por el contrario, se comunicó con sus superiores para dejar constancia de lo que sucedía. Policías de la Comisaría 28ª se dirigieron hacia el lugar.

Como primera medida, instaron al agente Riveros que se hiciera el control de alcoholemia. En un primer momento se negó, pero luego se lo realizaron y saltó que tenía 1,85 gramos de alcohol por litro de sangre, es decir, casi cuatro veces más de lo permitido.

En ese mismo momento, lo trasladaron hacia la comisaría y lo dejaron demorado hasta que se le pasara su estado de ebriedad. Además, le iniciaron un sumario administrativo y lo suspendieron en sus funciones.

Incluso, testigos afirmaron que Riveros insultaba al efectivo que no quiso prestarle su ropa de trabajo y el arma. Generó ciertos disturbios en el lugar hasta que pudieron trasladarlo hacia la sede policial de Rivadavia.

En su declaración, Riveros reconoció estar ebrio ya que antes de ingresar al servicio estuvo almorzando y tomando bebidas alcohólicas con sus compañeros de guardia. Como se le hizo tarde, se fue sin el uniforme hasta el lugar.

Este desopilante evento le provocó que le iniciaran un sumario administrativo y, finalmente, que el jefe de la Policía decidiera echarlo de la Policía de San Juan.

Ambos hechos tuvieron como protagonistas a jóvenes policías que no superaban los 30 años. Últimamente, los efectivos que son expulsados de la Fuerza no superan esa edad. Aparentemente, se trata de una camada de policías que no están a la altura de las circunstancias o que eligieron la carrera sin tener vocación y sólo por una salida laboral rápida, lo que es más preocupante aún.