Por Bernardo Sánchez Bataller
El 9 de octubre se anunció el lanzamiento de NODIO, un observatorio de desinformación y violencia simbólica en medios y plataformas digitales. La medida despertó controversia entre distintos sectores de la sociedad.
Las redes sociales surgieron hace más de 10 años como espacios de diálogo e interacción entre usuarios. Su finalidad original consistía en generar entornos digitales en los que los usuarios podían compartir momentos de sus vidas privadas. Este objetivo fue mutando con el paso del tiempo, ya que las empresas y medios de comunicación encontraron un uso corporativo para estas plataformas virtuales.
Si bien en distintos estudios realizados por consultoras la mayoría de las personas entrevistadas aseguran informarse principalmente por lo que leen en los medios, es innegable que las redes sociales están tomando cada vez más fuerza como espacios informativos. Por esta razón, desde hace un tiempo, todas las empresas que forman parte del magnate Facebook (Instagram, WhatsApp y Messenger, entre otros) han comenzado a trabajar en distintos protocolos que permitan limitar la difusión de noticias que posean información dudosa.
El fenómeno de las fake news (noticias falsas) tiene sus comienzos en las primeras campañas electorales que utilizaron como plataforma de difusión las redes sociales. Los casos que se mencionan habitualmente son los de Trump en Estados Unidos y Putin en Rusia. Algo no muy distante a lo que sucedía en el viejo esquema de comunicación que proponía la propaganda política de los totalitarismos.
La batalla frente a este fenómeno no debe ser tarea únicamente de quienes programan y configuran el funcionamiento de las redes sociales que utilizamos. Tanto usuarios como gobiernos deben ser actores fundamentales en esta tarea urgente. La urgencia tiene que ver con todo el daño que ha ocasionado la infodemia (desinformación en pandemia), provocando situaciones de estrés y caos para muchas personas.
En Argentina, la Defensoría del Público tiene a su cargo el funcionamiento de NODIO, un observatorio de desinformación y violencia simbólica en medios y plataformas digitales. En su presentación, se lo definió como un órgano que aportará una mirada desde el estudio cualitativo y cuantitativo de la violencia simbólica y las noticias maliciosas ya emitidas.
El objetivo pareciera ser el que exige el actual contexto en el que las noticias falsas no cesan y muchas personas continúan teniendo dificultades para identificar cuándo se trata de un dato verídico y cuando no. Sin embargo, los distintos sectores políticos han expresado sus opiniones y hay miradas contrapuestas.
Por un lado, el fiscal Carlos Stornelli pidió indagar a la titular de la Defensoría del Público, Miriam Lewin, con el argumento de que el observatorio violaría la libertad de expresión y ejercería censura previa. Además, diputados de Juntos por el Cambio, como Waldo Wolff, Fernando Iglesias y Graciela Ocaña, entre otros, habían realizado una denuncia previa.
Por otro lado, la propia Miriam Lewin aseguró días atrás que nunca hubiese aceptado un cargo que significara limitar la libertad de expresión de ningún colega. La Defensora del Público expuso ante los legisladores de la Comisión Bicameral de Promoción y Seguimiento de la Comunicación Audiovisual y sostuvo que NODIO, lejos de pretender una acción punitiva, se propone resolver un cambio cultural.
En estos días la discusión continúa y, al parecer, la oposición no detendrá su intención de que el gobierno nacional dé marcha atrás con el funcionamiento de este observatorio. Lo que la sociedad implora a quienes están a cargo de la gestión del país es que los colores partidarios queden de lado y esta iniciativa realmente se desarrolle con el propósito de eliminar todas las noticias falsas, sin coartar la libertad periodística de aquellos comunicadores que desempeñen su trabajo con ética.
