Por Bernardo Sánchez Bataller
En 2020, la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia detectó 300 casos de niños que mendigan o venden cosas en el microcentro sanjuanino. Conocé en detalle cómo se trabaja en la temática.
En distintos restaurants y confiterías del Gran San Juan se ha vuelto una dolorosa costumbre observar a niños pequeños acercarse a las mesas para vender bolsas de residuos, estampitas o pedir una limosna. Esta práctica es conocida como mendicidad infantil y vulnera de manera directa los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Desde Dossier San Juan consultamos algunas fuentes para comprender con precisión esta temática. Silvina Guerra, Licenciada en Trabajo Social, explicó que a veces los chicos salen de sus casas para mendigar por necesidad propia y en otras ocasiones porque la familia los incita. Frente a esto, Carlos Olivera, Director de Niñez, Adolescencia y Familia, comentó cómo se trabaja desde el Estado. En las situaciones en las que el chico decide hacerlo por voluntad propia, se le brinda contención social y psicológica. Cuando se trata de una postura de la familia, se evalúa si tiene que ver con un concepto cultural de los padres sobre la necesidad de que el niño aprenda a trabajar desde su temprana edad o si pasa por una cuestión económica de urgencia. Si bien desde la Dirección de Niñez Olivera aclaró que el eje central de trabajo no pasa por el asistencialismo, sino por la contención y asesoramiento, resaltó que se evalúan situaciones en las que se puede brindar una colaboración mínima para ayudar a la familia.
La Lic. Silvina Guerra, desde su experiencia profesional, comentó que en ocasiones es necesaria la derivación psicológica. De esta manera, se puede llevar a cabo un seguimiento para evitar la reincidencia. En este sentido, Carlos Olivera aportó algunos datos interesantes a tener en cuenta. En 2020, se identificaron 300 casos. De esos, el 15% reincide. Es decir, 45 de esos chicos vuelven a realizar alguna acción de mendicidad y ello exige activar un proceso distinto desde la Dirección de Niñez. Desde una mirada más global, Olivera reflexionó que, si se consideran unos 200.000 chicos en el Gran San Juan, el índice de mendicidad sería de un 0,15%.
En febrero del año pasado, la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia lanzó un programa de monitoreo territorial urbano. En este proyecto se trabaja en forma directa e inmediata con el trabajo infantil de niños y adolescentes, sobre todo empleado como estrategia de supervivencia. Antes del cese de actividades causado por la cuarentena, esta iniciativa consistía en que los Licenciados en Trabajo Social se encontraban en determinados puntos de San Juan para observar situaciones de mendicidad infantil. Al detectar algún caso o recibir una denuncia al 102 o 911, se acercaban al niño y/o adolescente y le preguntaban por qué hace eso. En base a la respuesta se trataba de ubicar a los padres. Mientras tanto, el chico era trasladado en un móvil de niñez a la residencia Paula en Santa Lucía para darle contención. De acuerdo con lo que la familia exponía, se podía derivar o no a un equipo específico para realizar un seguimiento.
Una vez que las actividades comenzaron a flexibilizarse, este Programa y las distintas iniciativas de trabajo territorial de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia volvieron a la normalidad. En palabras de su Director, Carlos Olivera, esta metodología de abordaje llegó para quedarse. La Lic. Silvina Guerra, que estuvo algunos años en esta área, explicó que erradicar la mendicidad infantil es un proceso que lleva su tiempo. El 102 es una línea que está muy colapsada, porque también aborda situaciones de violencia doméstica. El objetivo principal cada vez que se detecta algún caso es brindar herramientas para que la familia sea íntegra.
